Cada
persona determina consciente o inconscientemente, según su desarrollo
espiritual, cuánta bendición espiritual atraerá hacia su propia alma.
El
perezoso no realizará el esfuerzo necesario para magnetizar las corrientes
espirituales.
Así,
durante el ministerio de Jesús, millones vivieron, absorbiendo poco o nada de
Su presencia, y unos pocos, que estaban lo suficientemente alertas como para
captar el momento, se elevaron con el ímpetu del Poder del Cristo hacia dentro
de sus propias Presencias Maestras Ascendidas.
Tomado
del libro “Dulzuras de Kashmir”, de Koot Hoomi.