Rey Arturo |
Las
Enseñanzas Espirituales que se imparten en las charlas, libros, videos, páginas
web, twitter, programas de radio y televisión supervisados por Rubén Cedeño y
sus colaboradores, que siguen los lineamientos iniciados por Conny Méndez,
tienen la garantía de estar expuestos en un correcto idioma, sea en castellano,
italiano, portugués, ingles u otra lengua, ya que se ha supervisado
estrictamente su ortografía y traducción. Todas estas actividades están bañadas
con la radiación de la “Pureza y Belleza”, porque se hace un esfuerzo para que
así sea, y no hay nada malo en sus contenidos, ninguno habla mal de nadie, no
instan a la violencia, el rechazo, la crítica ni la división. Eso no lo decimos
con ningún aviso en la portada de los libros que publicamos ni en las
participaciones a nuestras charlas. La Enseñanza Espiritual Metafísica se ha
expandido sin alharaca, sin propagandas lisonjeras, sin amenazas ni extorsión,
sino de forma discreta y muy austera. Jamás invitamos a nadie a nuestros
eventos; solo participamos, y viene el que lo desea, aquel a quien su Cristo le
dice que asista. No sugestionamos ni forzamos a nadie para que venga a nuestras
actividades o para que permanezca con nosotros. No le estamos diciendo a nadie
que somos los verdaderos, los únicos o los escogidos; pero en algún momento, la
pureza de nuestras intenciones, la limpieza del trabajo, la pulcritud, la
honestidad, se percibe, se siente y hasta se ve en las vibraciones de las
actividades y de lo que se ofrece, sin que nadie lo diga. Que uno es bueno
nunca se debe decir; queda mal hacerlo. Esto se explica, para que aquellos que
tengan dudas de la certeza de las Enseñanzas, se den cuenta de lo importante
que es estar alerta a las vibraciones de lo que se está aprendiendo. Y aunque
las personalidades de los que están a la cabeza de este trabajo sean
inflexibles en su disciplina, y por esto parezcan chocantes, no sean agradables
ni simpáticas, estamos tratando de facilitarles la Enseñanza de la forma más
pura y honesta en que se puede. De la Metafísica nunca se expulsa a nadie; pero
no le damos credenciales de facilitador, o se la suspendemos de inmediato,
cuando sabemos que alguien ha maltratado físicamente a otra persona, ha
ocasionado violencia de género, ha extorsionado o amenazado a otro ser humano.
Las personas que han hecho estas cosas pueden seguir viniendo a nuestros grupos
como alumnos, podemos seguir queriéndolas y hasta pueden continuar impartiendo
la instrucción, pero sin aparecer en nuestras listas, para así decirle al
mundo, de alguna forma, que solo el Amor y el respeto a los demás seres humanos
es nuestra premisa. Y esto es así como usted lo está leyendo.
Si
alguien anda buscando simpatía, que le sonrían, le disimulen sus fallas y
errores no debe buscarnos porque no lo vamos a hacer. Sonreír, ser simpático,
agradable puede ser una hipocresía y si no lo es puede ser una apariencia
incluso pasajera. Pero si se anda buscando Verdad, una vivencia recta; que se
tenga la seguridad que se la podemos facilitar pero con las condiciones de
hacerla lo más prolija que se pueda. Ahí sí es verdad que no vamos a titubear.
Si alguno anda buscando para que lo feliciten, le digan que bonito, a lo mejor
le salimos con una corrección, una llamada de atención ante un error y que tal
vez le puede parecer una antipatía o grosería, pero eso no es lo que hay en el
corazón. Solo hay deseos de crecer, corregir y mejorarnos.
Si
alguien nos pide que le digamos la Verdad, que tenga la seguridad de que se la
vamos a decir, porque ese es nuestro compromiso ante la Vida y el Tribunal
Kármico, y no el ser hipócritas para parecer simpáticos. Uno no se comprometió
a ser complaciente con nadie. A muchos nos hubiera gustado ser solícitos y
tener el cuerpo de un Míster Universo para agradar más; pero Dios no nos hizo
así, porque ese no era el Plan Divino, sino otro, para el cual no era necesario
llamar tanto la atención con un cuerpo y cara linda; aunque sí nos dieron otras
cosas: carácter para poder sostener y comunicar las Enseñanzas, un verbo recio,
que se escriban y publiquen todos los libros, y se dé la Instrucción de la
mejor forma que podamos.
Esto
lo digo, porque hay algunas personas que se disgustan cuando uno no sonríe al
estar en plena labor, contestando el teléfono con un sinnúmero de llamadas más,
con la planificación de varios eventos a la vez, y esas personas andan buscando
que uno les diga cosas bonitas, pero como eso no sucede, se enfadan. Uno no
está en la encarnación para ganar un concurso de belleza. Si se tiene que tener
un detalle con cualquiera de los que trabajan en la expansión de la Luz dando
ésta instrucción, que se le dé amablemente las gracias, nada más. Acérquense y
digan: “Gracias. Te quiero mucho”, denle amor. Eso es lo que dicen los Maestros
que hay que dar, pero más nada. No es buena la zalamería, y mucho menos decir:
“Soy discípulo tuyo”, ¡eso es paja!, no sirve para nada. Así que nunca
recibimos de los auditórium un “standing ovation”, como si fuera un éxito. Eso,
así como viene, se va. Bueno, lo que tienen que estudiar y poner en práctica
son los libros de Saint Germain, de Gautama, de Jesús y de los demás Maestros;
lo demás es efímero.
Sucedió
algo una vez. Había en una provincia un facilitador que extorsionaba al grupo,
engañaba, manipulaba, obstaculizaba la libre comunicación entre sus
estudiantes, calumniaba y hasta maltrataba físicamente a su pareja, que era
discípula suya. En varias oportunidades invitó a un facilitador muy conocido y
estimado por su sinceridad, a dar charlas donde él vivía, pero al llegar, el
facilitador veía y sentía las vibraciones de desacuerdo, opresión, mentira y
desorden que habían en ese grupo y, por supuesto, como no iba allí para ganarse
un concurso de belleza, se enseriaba y retaba, diciendo las verdades de todo lo
que percibía. Esto se repitió en varias oportunidades. El facilitador del
grupo, poco a poco, se fue quedando sin gente, y para no sentirse culpable y no
asumir culpas, dijo: “Cada vez que invito a este facilitador, hay problemas,
así que no lo invito más y me salgo de su línea discipular”. Así hizo ver que
el causante de su caos era el facilitador que lo visitaba, ocultando la causa
de su anarquía y desorden interno, lo que no le permitía crecer. “Por sus
frutos lo conoceréis”, dijo Jesús. “Lo que eres grita tan fuerte, que no oigo
lo que me dices”. No hace falta decir nada; solo hay que observar. Lo bueno y
verdadero perdura; la mentira, al tiempo perece. En Metafísica no se expulsa a
nadie ni se le impide que comunique la Enseñanza; si es bueno, eso se le verá y
perdurará; si no lo es, acabará; pero a una persona así no se le puede dar ni
mantener un reconocimiento que lo acredite como tal.
Tomado
del libro Cómo ser un Buddha. De Rubén Cedeño