La
oración es siempre la solución. Sea cual sea la dificultad que usted afronta,
por complicado que pueda parecer su problema, la oración lo puede solucionar,
puede arreglarlo todo maravillosamente. Desde luego, usted también debe dar los
pasos prácticos que parezcan indicados, y si no sabe qué pasos debe dar, la
oración se los mostrará. La oración llevará a su vida todo lo bueno, y hallará
la vida y la forma de hacerlo. La oración siempre logra lo que parece
imposible. No hay problema que se pueda concebir que la oración, en algún
momento, no sea capaz de resolverlo. Cuando recordamos que Dios es realmente
todopoderoso, que no está sujeto a lo que llamamos tiempo, espacio o materia,
ni a los caprichos de la naturaleza humana, resulta fácil ver que no puede haber
límites al poder de la oración. Aun cuando usted se vea muy afectado por alguna
condición, no debe sentirse tentado a decir: “Es inútil que rece para resolver
esto porque estoy decidido a dar éste o aquel paso mañana, pase lo que pase”.
Rece para resolver el problema, y cuando llegue el día de mañana, siempre
tendrá la oportunidad de hacer lo que deseaba. Sólo que puede reflexionar mejor
sobre su decisión después de haber rezado. Puede rezar cuando tiene un problema
y resolverlo en cualquier período, pero, desde luego, mientras más pronto lo
afronte, más fácil le resultará el trabajo.