Minutos
antes de que se termine el año, es necesario perdonar, transmutar y disolver
todo lo negativo del año que se termina. Si uno celebra lo bueno sin redimir
las cosas negativas, tales como odios, rencores y situaciones difíciles que
hemos vivido, esa alegría se disuelve fácilmente, y como el Espíritu de la
Navidad es una energía de mente y sentimientos tan delicada, se puede esfumar
con nuestra negatividad; por eso es tan necesario el Perdón de fin de año.
Como
hay personas que se reúnen todos los días de año viejo para recibir al Espíritu
Envolvente del que comienza y quieren hacer, en conjunto, la invocación de “El
Perdón de fin de año”, aquí se la damos:
PERDÓN DE FIN DE AÑO
1.- Yo, consciente de mis actos y asumiendo el control de lo que “YO SOY”, borro de mi subconsciente y del registro etérico, todo récord y memoria de todo suceso discordante que hay vivido este año.
2.- Perdono de corazón y olvido para siempre, todo disgusto, agravio, deuda, desamor, irritabilidad, agresión, traición, maledicencia y odio que me haya causado cualquier ser humano, situación o cosa.
3.- A todos aquellos que se hayan ido de mi lado para otro grupo, trabajo, partido o círculo de amistades, los suelto y los dejo ir sin reclamarles nada, dándoles la plenitud de mi amor, para bendecirlos y prosperarlos dondequiera que se hayan ido y donde estén.
4.-
Renuncio con toda la entereza de mi ser a todo apego a objetos, situaciones,
posesiones y, sobre todo, personas. Declaro que nada ni nadie me ata a nada, y
“YO SOY” libre, pero completa y absolutamente libre, para entregarme, ampararme
y refugiarme en Dios y solamente Dios, para siempre.
5.- Borro todo aquello que me haya sucedido este año, que no sea un escalón dentro de mi proceso de Ascensión, y hago desaparecer de mi vida todo obstáculo que me impida volar hacia la libertad, que es el estado natural de mi ser.
6.- Cubro cada segundo, minuto, hora, día, semana y mes de este año que concluye, con la fulgurante y resplandeciente Llama Violeta, borrando toda energía mal calificada, y la envuelvo con la incandescente brillantez del Fuego Blanco de la Ascensión.
7.- Libre de personalidad, ego, pasado, memoria y mal karma, entrego mi “Corriente de Vida” al Servicio Único de la Luz, para que, de ahora en adelante, sólo oiga la Luz, sienta la Luz, vea la Luz, saboree la Luz, huela la Luz y piense la Luz, hasta alcanzar la eternidad.
Tomado del libro “Espíritu de la Navidad” de Rubén Cedeño.