Rubén Cedeño
Libro: Cartas Metafísicas
Amar y agradecer al facilitador, no es sujeción, sometimiento, ni apego a su dirección, es tener amor correspondencia con la Vida. Siempre hay que besar la mano del que da, o dio de comer. Hasta los perros aprenden a no morder la mano de quien les da el sustento. Dar de comer espiritualmente es Enseñar. Es posible que una persona reciba clases magistrales en países muy desarrollados y es probable que llegue a superar a quien lo instruyo de principiante. En conocimiento, va a saber mucho más, pero el mayor mérito lo tiene el primer instructor, aunque no le haya enseñado tanto o haya tenido alguno o varios errores, porque fue el que despertó la llama del saber y guio los primeros pasos. Si amas al piano, se ama la maestro de piano, y si ese instrumento es tu vida, amando al piano y su maestro amas tu vida y la de todos. Si ama la espiritualidad, amas al maestro de espiritualidad y si la espiritualidad es tu vida, amando la espiritualidad, amas a su maestros, tu vida y la de todos.
ATADURAS DE AMOR ETERNO
Vivir crea ataduras y hay ataduras de amor que son cuando
hay placer, encanto, complacencia, servicio y cariño. Aquel que comunica una
enseñanza crea una hermosa atadura de amor con el participante. Esos son nexos
de amor que duran toda una vida y más allá todavía. Es sabio y noble
reconocerlo siempre. Para ser enfermera hay que gustar de los enfermos, no de
las enfermedades y para ser “facilitador” hay que gustar de los estudiantes
ignorantes, no de la ignorancia. Es una escogencia, un apostolado, una misión y
si se quiere hacer, se hace con gran gusto.