10 abril, 2014

PERCEPCIÓN DE LA VERDAD



El discernimiento, darnos cuenta de las cosas tal cual son, sin el etiquetamiento que la mente adjudica, combate y elimina  la ignorancia de las “energías siniestras”, poniéndole fin a la calificación mentirosa, como una espada que desata una fuerza que no puede contrarrestar nadie. Cuando exterminamos el temor, se abren los sentidos y se comienza a comprender todo. Aunque la espada de la Verdad la hayan hecho los Dioses, si uno no la lima y la hace de nuevo en la conciencia interior, de nada sirve. Cada cual tiene que valerse de su propio esfuerzo.

Nos damos cuenta de la Verdad, en la soledad y la reflexión de la vida, en las alturas de los más sublimes estados de conciencia. Tenemos que hacer desaparecer las fuerzas de la oscuridad, tanto en lo alto como en lo bajo de la conciencia, como desaparece la oscuridad al encender la luz, sin esfuerzo, por puro DISCERNIMIENTO.

Pongamos en práctica lo que enseña el Señor Gautama: “Sean lámparas para ustedes mismos”. Mientras no se ha llegado a este punto, se es un “Gris”, debatiéndose entre la Luz y las sombras.  

Tomado del libro Ascensión de Rubén Cedeño.