12 enero, 2015

AMOR A DIOS

Concienciemos lo que quiso decir Jesús con “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, tu alma y tu mente”. El corazón es símbolo de las emociones y el sentimiento. Por lo tanto, rememoremos uno de esos enamoramientos que hayamos tenido en la vida, y con esa misma emoción amemos a Dios; esa es la intensidad a la que se Jesús se refiere. Amar a Dios no es inclinarse ante una estatua o foto de un Maestro, ni hacer peregrinaciones a una isla, país o ciudad; sino como lo enseña Jesús: “Dios es Espíritu. Que lo adoren en Espíritu y en Verdad”. Es decir, viendo la Verdad en todo. La verdad es intangible, porque sólo es una percepción; pero al observarla, cambia totalmente el panorama de nuestras vidas.

La única forma de amar a Dios, es entregándole la Vida de Uno, que es Él, pero que uno ha creído que es propia. Mientras no hacemos esto voluntariamente, estamos aferrados al “yo personal”. Entregar la Vida no es dársela a alguna organización espiritual, gurú o líder. Es consagrar nuestra vida individual a la Totalidad de la Vida, que es la humanidad, sirviéndola, dándole a cada quién lo que necesita, en el momento y medida en que el necesitado lo requiere.

Tomado del libro Jesús de Rubén Cedeño.