09 enero, 2015

“DIOS”, PARA MÍ

Rubén Cedeño
Rubén Cedeño
Anaheim 30-1-2013

Cuando digo “Dios” no me estoy refiriendo a ese ente vengativo, castigador y parcializado, manipulado por los intereses de las creencias religiosas organizadas para manejar a la gente. Cuando digo “Dios” me estoy refiriendo a esa fuerza pura e incorruptible que nos hace mover, ver, sentir, oler o escuchar, seamos de cualquier creencia, raza, orientación sexual o clase social; a esa inteligencia que nos hace pensar, produce el inmenso movimiento de la tierra y todo el cosmos, que origina la cicatrización de una herida o formarse un niño en el vientre de una madre; a ese amor que está en un beso cuando se ama de veraz, esa emoción transparente que existe en el encuentro de las personas que se quieren; a esa imponderable belleza que hay en cada amanecer y atardecer, a una hermosa rosa fresca y aterciopelada de pétalos perfectos; a esa vitalidad y salud que existe en el salto de un atleta; a esa abundancia multicolor, ignorada e intocada de millardos de peces, rodeados de la exótica fauna del fondo de los mares; a los incontables quilates de piedras preciosas en las profundidades de la tierra; a los incalculables frutos de cada árbol; a esa magia que transforma en bosque o jardín florido un desierto o un campo devastado por el fuego, la que le devuelve la salud a un enfermo, el poder caminar a un impedido, la prosperidad a un pobre, la inteligencia a un ignorante, la hermosura a lo grotesco; a ese perdón que va más allá de cualquier diferencia, disputa o rencor; ese es “Dios”, para mí