24 julio, 2015

PRESENTE Y PRESENCIA

Existe un estado de Meditación que se llama de "Presencia" y de "Presente". A veces estamos "presentes" en un lugar y no en estado de presencia, esto es que estamos presentes en la playa pero estamos pensando en la casa. Esto quiere decir que tenemos el cuerpo allí y no estamos conscientes de que estamos. Ambas palabras significan cosas distintas aunque pueden ser afines porque son familiares. No se puede tener "Presencia" cuando no se está presente, Y PARA ESTAR "PRESENTE", SE TIENE QUE ESTAR EN LO QUE SE ESTÁ, pero generalmente estamos en un lugar pensando en las acciones que vamos a hacer después o en las que hicimos en el pasado. A veces estamos "Presentes" cuando estamos sentados en la plaza y no tenemos nuestra presencia allí, porque con el pensamiento estamos considerando ¿quién vende los tomates más baratos?, tengo un exámen mañana o ¿qué le voy a decir al jefe para faltar al trabajo?. Y cuando estamos en el mercado comprando los tomates no estamos allí en eso, pensamos que necesitamos unas vacaciones en Miami. Y cuando estamos en Miami, pensamos que dejamos a la abuela sola, que tenemos que llamarla por teléfono. Y cuando la llamamos, queremos ir a la piscina; y en la piscina, deseamos la blusa que queremos comprar en el centro comercial. POCAS VECES HACEMOS "PRESENCIA" TOTAL EN LO QUE ESTAMOS, VIVIMOS EN UN ESTADO DE AUSENCIA.

Algunas veces como estudiantes espirituales decimos en los decretos: "YO SOY la única Presencia", pero muy pocas veces, por no decir nunca, estamos en estado de "Presencia" en lo que decretamos, porque lo que hacemos al decretar es pronunciar palabras, siguiéndolas unas a otras y no penetrando dentro de lo que ellas significan y tal vez estemos pensando en otra cosa. De la misma manera, afirmamos: "yo ya me leí todos los libros del Maestro y me sé todo", pero esa enseñanza no la tenemos "Presente" de forma VIVENCIAL.

En la verdadera MEDITACIÓN es imprescindible estar "Presente" donde estemos con toda la plenitud de nuestra conciencia, alertas, dándonos cuenta a cabalidad, con los sentidos totalmente receptivos, sin distraernos, en estado de observación profunda, escuchando a plenitud, sintiendo lo que haya que sentir, respirando y percibiendo la respiración, y esto puede suceder en cualquier momento del día en la situación que sea, como en la oficina, al contemplar un rayo de sol por la ventana, al ver una casa en un pueblo, al entrar en un templo. Sentir el silencio o el ruido, el olor del lugar, los tonos de los colores con la incidencia de la luz.

Uno puede tomar un texto de estudios espirituales e ir de palabra en palabra compenetrándose en lo que ellas significan, comprender profundamente lo que transmiten, detenerse en el contenido interno de algunos elementos que sean clave para su comprensión. Una lectura así nos suele resultar una MEDITACIÓN que nos sorprende inesperadamente, sin darnos cuenta. Pero esta magia no existe o se desbarata cuando estamos leyendo y alguien nos interrumpe para preguntar algo, se siente un ruido repentino o pensamos en lo que vamos a hacer al dejar de leer. Si cuando leemos, leemos verdaderamente, sin ponernos a hacer otra cosa, ya esto es estar en MEDITACIÓN.

Tomado del libro MEDITACIÓN, ILUMINACIÓN y NIRVANA. De Rubén Cedeño.