abajado muy duro para
conseguirlo; de hecho, ocasionalmente he trabajado tan duro en esa dirección
que me encuentro bastante cansado." Por supuesto que trabajar duro es, de
por sí, una negación de la serenidad, es estar tenso.
Cuando estás sereno, todo en tu vida te viene fácil, y hasta te es posible dilucidar la solución de un problema sin que tengas que hacer ninguna oración especial al respecto. No hay duda de que a menudo te encuentras diciendo o haciendo lo correcto casi automáticamente. Ciertamente tus oraciones tienen mucho más poder cuando estás sereno.
He aquí una técnica para alcanzar la
serenidad. Primero, deja de apurarte. Haz lo que sea necesario, pero sin
abalanzarte. Segundo, entrénate a pensar sólo en lo que te gustaría pensar en
el momento. Tercero, haz una regla de mantener tu mente allí donde te
encuentras, o en lo que sea que te ocupe en el momento. No la dejes deambular a
otros temas o lugares. Si tu cuerpo está en la calle 57 de New York, no tengas
la mente en alguna otra ciudad.
Si te ocupa la consideración de cierta
cuestión, no permitas que tu mente deambule a otros asuntos; o, si no te queda
más remedio, deja de pensar en la primera cuestión y dale tu plena atención a
lo otro. En pocos momentos caerás en la cuenta de que no es esto lo que deseas
considerar hoy, y regresarás al asunto importante. Y, con toda seguridad, tus
pensamientos no volverán a deambular más.
La mente de mucha gente está
constantemente corriendo de un lado para otro en todas direcciones.
Naturalmente, esto hace que sea imposible estar sereno. Aquiétate -no es que
tengas que estar especialmente lánguido o callado, sino quieto. Puedes ser
sociable y amigable y aun así estar quieto mentalmente. Todos los místicos de
todas las religiones, tanto occidentales como orientales, han enseñado esto.
Cuando hayas alcanzado la serenidad,
serán extremadamente raras las veces en que sentirás excitación descontrolada,
ira o miedo. No sentirás melancolía. Por el contrario, estarás más feliz que
nunca.
Practica la serenidad de esta manera,
y te sorprenderá lo rápido que se volverá un hábito. Claro que no hablarás de
esto con otra gente. Notarán un cambio en ti y la apreciación y respeto que
sienten por ti aumentará de manera considerable. «Estad quietos, y conoced que
Yo soy Dios.» Salmo 46:10
Bendiciones para ti!
-Emmet Fox.
(Tomado del libro "Reclama lo
tuyo")