Rubén Cedeño
Acapulco 23.3.2016
Libro: "Procedamos Adecuadamente"
Acapulco 23.3.2016
Libro: "Procedamos Adecuadamente"
En cada persona decente, educada y con
modales, todo en su vida tiene su momento, como el de comer, meditar, trabajar,
descansar y muchas otras cosas más. Estos momentos no pueden mezclarse, ni
confundirse con otras actividades. Claro, hay personas desordenadas y sin
educación que no viven así, y no tienen orden en este sentido.
El asunto está, en que antes, con los
teléfonos fijos, obligaba a las personas ordenadamente a comunicarse
telefónicamente de forma adecuada, en uno o varios momentos del día dedicados
exclusivamente a ello, fuera esto en el hogar o en el trabajo. Con la invención
de los teléfonos inalámbricos o celulares, algunas personas, que no tienen
orden o educación en este sentido, se ponen a hablar por los teléfonos
inalámbricos a la hora de comer con los demás, estar con la familia, de visita
o acompañados de alguien y ocasionan verdaderos caos en las “Rectas Relaciones
Humanas”, produciendo problemas que a veces son graves. De esta forma muchas
personas caen en la adicción a estos aparatos y como toda adicción, el que la
sufre no se percata de ello, no se reconoce ser adicta al celular, no lo ven
como enfermedad y no se les pude decir nada al respecto porque se ofenden y se
defiende ferozmente de no poseerla, como se escuda el alcohólico, el drogadicto
o el fumador en su adicción y están necesitados ayuda psicológica.
La enfermedad de una persona adicta el
teléfono celular se llamada “telefonitis” y generalmente la sufren persona de
soledad, bien puede ser oculta o declarada; ansiedades insatisfechas; necesidad
de aceptación; problemas de comunicación en asuntos específicos; deseos de
sentir vivencias intensas; mantenerse continuamente en contacto con otras
personas; depresión; problemas familiares; necesidad de pareja, conflictos con
ellas o con las relaciones interpersonales, ya que a través de este aparato es
más fácil comunicarse, ser aceptado o llenar un vacío.
Cuando se está en relación o se
trabaja con un adicto a la “telefonitis”, hay que estar preparado e informado
de la adicción, porque no se le puede abordar de forma fácil, ya que ellos
tienen sus mecanismos de defensa y no se puede limitar la terapia
exclusivamente a la adicción, sino a descubrir qué se esconde detrás de esta y
las causas que han llevado a la persona a ello.
La persona adicta a la “telefonitis”
es aquella con un comportamiento obsesivo con este aparato que afecta su
entorno personal, laboral y afectivo; donde la persona es capaz de dejarlo todo
a cambio de mantener su adicción al celular, sin importarle lo que tenga que
abandonar o perder y esto lleva a complicar las relaciones con otras personas;
la pérdida de amistades y trabajos; ruptura de parejas, aislamiento de los
demás y soledad; comportamiento alterado de los estado de ánimo, ser
compulsivo, problemas de comunicación; lleva a mentir con tal de tener un móvil
o que no se le condene su excesivo uso. La adicción a la “telefonitis” es capaz
de anular todo el control del entorno como personas. Y lo que es más grave, la
“telefonitis” puede connotar el inminente peligro de hacer contactos no
demasiado buenos como quedar con desconocidos, que pueden traer consecuencias
negativas. Esto último es muy terrible, ya que por los teléfonos inalámbricos
conectados a internet hay redes para contactos sexuales y personas sin
conocerse hacen citas a ciegas y en un alto porcentaje, más de lo imaginado,
corren peligro de ser abusadas y lo que es peor, pueden ser asesinados por
enfermos sexuales escondidos detrás de estas redes. En este punto, solo basta
consultar las elevadas estadísticas de víctimas mortales por contactos
fortuitos por las redes sociales.
Todo en la vida se educa y es
permeable a ponerse en orden divino. El uso del teléfono celular tiene su
momento, como todo en la vida, y puede ser en el trabajo para asuntos laborales
o cuando no se está con ninguna amistad, pareja, familiar y se puede dedicar el
tiempo a esto. Por supuesto, de forma lógica y racional, una llamada de
emergencia, un asunto inminentemente que resolver, el coordinar un encuentro
perentorio, puede ser una llamada de segundos que cualquiera la hace o la
recibe y esto no es “telefonitis” ni adicción a nada que pueda alterar el orden
psicológico, social o afectivo de alguien. Y si hay necesidad de atender una
llamada por el celular de algo grave y de larga cuantía, cuando se está con
otras personas; con pedir permiso y apartarse el tiempo requerido para resolver
el asunto basta, pero esto no es a cada momento. Así de esta manera podremos
seguir conviviendo cada vez de mejor manera con el entorno y en “Rectas
Relaciones Humanas”.