La enseñanza fresca es la que se
percibe de un sofista o maestro original en el momento que es emitida y la
enseñanza enlatada es la que se condensa en los libros. Una cosa es la
enseñanza que se lee en los libros y otra es la enseñanza vivenciada. Escribir
en los libros es como enlatar un alimento. El que come el alimento recién
cosechado, lo está ingiriendo fresco, con todas sus vitaminas; y el que se lo
come enlatado, muchas semanas o meses después de haber sido cosechado el
alimento, lo ingiere con la perdida de muchas vitaminas, incluso se ponen un
poco acida. Hablar, comunicar y recibir una enseñanza fresca a viva voz sin
libros de por medio, dada y recibida espontáneamente por un facilitador que la
emite por primera vez, es así como acaricia la brisa fresca de la mañana en el
Agora de Atenas, es como comerse un alimento fresca con todos su sabor y
vitaminas. Pero a veces pasa como con la leche pasteurizada bien fría, que uno
compra en los supermercados, que al tomarla sabe riquísima, pero tomada al pie
de la vaca, a lo mejor dan ganas de vomitar, por lo tibia y cantidad de grasas,
nutrientes y más cosas que posee, que como no se está acostumbrado a ella se
rechaza y eso que es la leche original. A veces cuando se entra en contacto con
lo original, no se puede con ello, porque es muy fuerte. Había gente que no
soportaba estar al lado de Blavatsky o Conny Méndez pero si le gustaban sus
libros. Hay gente que quiere mucho a un facilitador y cuando está a su lado lo
comprende y disfruta cantidades, pero hay gente que no lo soporta. Esas
personas que no soportan lo original como tomar leche al pie de la vaca, deben
leer los libros que es como la leche pasteurizada de los auto mercados o los
enlatados.